QUÉ COSAS NO RECOMIENDO CON LOS NIÑOS. Hacerles bromas, comentarios o chistes que ellos no puedan entender. Si no tenemos la disposición de explicárselos, será mejor no utilizarlos en nuestras pláticas con ellos, pues aunque el comentario pueda ser divertido para nosotros, lo único que conseguiremos será abrir más la brecha en nuestra comunicación con ellos, pues los haremos sentir que no están a la altura de nuestra plática. Comentarios como: – Cuando estés más grande lo entenderás… - acusan demasiada soberbia en una relación donde debiera prevalecer el amor.
Con respecto a las bromas, es un aprendizaje en el cual también nos corresponde enseñarle a los niños dónde sí y dónde no. Con quién sí y con quién no. Hasta dónde sí y a partir de dónde, mejor ya no. Parece mentira, pero incluso hay adultos que no saben ni siquiera lo más elemental al respecto de las bromas, como aquello que dice: “El que se ríe se lleva, y el que se lleva se aguanta” , o “No hagas a los demás lo que no te gustaría que te hicieran a ti”, pero como las bromas son parte de la vida, es mejor saber hacerlas y saber aguantarlas. Al respecto recomiendo que sólo se hagan bromas donde se diviertan tanto el bromista como para el bromeado. Ya que si sólo se va a divertir el bromista, terminará alguno de los dos pagando las consecuencias y pasándolo mal.
Es común que algunos niños en esta etapa sean conscientes de peligros que antes no les preocupaban, por ejemplo, la oscuridad, o la fobia a ciertos animales. Nunca debemos burlarnos de ningún miedo que sienta nuestro hijo, ni tratar de remediarlo con el tradicional – No seas miedoso, no pasa nada - para decirle eso, sería mejor no decirle nada. Recomiendo hablar con ellos lo más serenamente posible. Tratar de saber de dónde proviene su miedo y cómo es que éste se introdujo en su mente. Para contrarrestar dichas creencias, recomiendo un acompañamiento en el proceso de superación del miedo o de la fobia, sin que aquello parezca un interrogatorio del cual el niño se deba sentir avergonzado o culpable.
Por ejemplo: - ¿Le tienes miedo a la oscuridad? – cuando yo tenía tu edad, también sentía miedo, hasta que descubrí algunas cosas increíbles, ¿ya te diste cuenta que gracias a la oscuridad se pueden ver mejor las estrellas y los planetas? y también gracias a la oscuridad de la noche, podemos escuchar a los grillos mucho mejor que durante el día, y si conocieras las luciérnagas seguro estarías de acuerdo conmigo que la oscuridad es maravillosa…
En esta etapa de crecimiento los niños descubrirán que pueden tener mascotas (en caso de que todavía no las tengan) y solicitarán tener una en casa. A mí me pasó con mis hijos, quienes desde temprana edad me pedían que les comprara un perrito. Situación a la cual no me negué, pero sí condicioné a que ciertas conductas cambiaran – No voy a andar limpiando popó de niños y popó de perros. Nuestra mascota llegará el día que ambos dejen de utilizar pañales y de hacerse pipí en las camas. - A veces los padres tenemos nuestras mañas para lo que nos conviene.
Es verdad que en esta etapa, de los 4 a los 6 años, los niños ya pueden pasar largos ratos divirtiéndose solos o con sus juguetes, o con sus hermanos, o con sus amigos, y por lo mismo es fácil que los padres aprovechemos estos espacios para descansar o hacer algunas actividades personales. Sin embargo los niños siempre apreciarán que los involucremos en tareas en las cuales sientan que nos están ayudando. Es decir, si vamos a poner la mesa, ellos ya pueden colaborar acomodando los cubiertos o las servilletas, si vamos a preparar un sándwich por ejemplo, a ellos les encantará embarrar la mayonesa en el pan. O si vamos a limpiar algo, ellos pueden limpiar junto con nosotros… es decir, debemos involucrarlos en las actividades que nosotros hacemos para que se sientan tomados en cuenta, y que su labor es importante para nosotros.
Ojo, no lo van a hacer bien, y tampoco lo van a hacer como si lo hubiéramos hecho nosotros, incluso en algunos casos implicará un doble trabajo nuestro, pues ellos harán la tarea a su manera, y nosotros tendremos que arreglarla posteriormente, eso debemos tenerlo en cuenta, sin embargo, no se trata de hacer una evaluación de la tarea, o de ponerlos a prueba, sino de ponernos a prueba nosotros en nuestra capacidad para involucrar a nuestros hijos en la cotidianidad de la familia. Es decir, el chiste consiste en que exista una verdadera convivencia con ellos, y no sólo la coincidencia de estar cohabitando bajo el mismo techo.