Por algo a este período le llaman “Los Terribles 2”
Desde esta edad y en delante, la conversación verbal comienza
a jugar un rol que antes quizá no era tan protagónico. Debido a que en esta
etapa el niño comienza a hablar coordinadamente, será ahora cuando entre padres
e hijos comiencen a tener diálogos.
Aquí los padres, debemos ser conscientes y muy cuidadosos de
nuestro interlocutor, cuya principal característica es la inocencia. Invaluable
es la inocencia de un menor, y es absolutamente responsabilidad de los padres
cuidar de ella como del tesoro que ésta encierra, pues radica en que el niño cree
ciegamente todo lo que sus padres le dicen. Y esto que parece explicarse tan sencillo
tiene una gran trascendencia. Así que más nos vale estar pendientes de lo que
decimos pues los niños creerán todo aquello que salga de nuestra boca.
En esta etapa los niños comenzarán a comprender el
significado de las palabras y cuestionarán mucho aquello que decimos. Es
importante que como padres seamos los primeros en decir la verdad, antes que
exigirles a ellos que lo hagan.
Aquí la convivencia diaria será mucho más divertida que
antes, pues ahora el niño es capaz de jugar juegos nuevos, incluso algunos
deportes ya pueden comenzar a ser parte del juego. O para decirlo mejor, en
esta edad para ellos todo es juego, comer es juego, vestirse es juego, ir de
paseo al súper es juego, y bañarse… no se diga puede ser el más divertido
juego.
Aquí resulta un reto hacerles ver que hay momentos de juego y
otros en donde el juego debe terminar porque si bien ellos están dispuestos a
jugar todo el día, nosotros no. También es importante hacerles ver que no todos
los lugares están hechos para jugar, pues justo en esta etapa es donde a ellos
les parece divertidísimo correr por los pasillos del supermercado y perderse
entre las tiendas del centro comercial, ocasionando sensaciones de infarto a
los asustados padres que no los pueden perder de vista ni por 10 segundos.
Algunos niños en esta
edad, también asistirán por primera vez a una guardería, jardín de niños, o estancia
maternal, con lo que iniciarán la convivencia con otros niños que nada tienen
que ver con su entorno familiar. Es decir que el niño comenzará a socializar de
forma independiente.
La socialización de los niños, no es igual que la de los
padres, eso es algo que deben saber los padres.
Ellos no saben de relaciones públicas, ni de modales, si ellos se topan
con un señor pelón, o con una señora gorda, o con alguien que tenga una
discapacidad, o que luzca extravagante, simplemente lo van a señalar o te van a
preguntar por qué la gente es así.
También puede ser que en esta etapa surjan las primeras
peleas con otros niños, y como padres no conviene sorprendernos si un buen día
nos entregan a nuestro hijo al salir de la guardería con una mordida en un
brazo o con un ojo morado. El día de mañana podrá ser nuestro pequeño el que le
haga lo mismo a otro niño. Así que más vale que aprendamos a contener nuestro
ímpetu, y actuar con prudencia, entendamos que los conflictos entre niños deben
resolverse en ese nivel y no escalar el conflicto al nivel de los padres, donde
seguramente todo será más difícil de resolver.
En esta etapa los niños están en la perfecta edad en la que
son muy atrevidos y no miden el peligro, por lo que será común que en esta edad
comiencen los accidentes. Aquí recomiendo ampliamente que los padres invirtamos
tiempo en enseñar a los hijos cursos de supervivencia, en lugar de estar
llenando la casa de prohibiciones. Es
decir, en vez de restringir el paso de las escaleras, recomiendo enseñarlos a
subir y bajar por ellas aunque sea a gatas. En vez de prohibirles que agarren
los cuchillos debemos explicarles para qué sirven y por qué no los deben usar.
Sé que es complicado, pero siempre será mejor invertir tiempo en enseñarles el
mundo real, que hacerles creer que hay un mundo a su medida.
En su proceso de aprendizaje, el niño descubrirá que ante
algunas peticiones de sus padres, también puede decir “No”, por este motivo,
algunos nos referimos a esta nueva etapa como “la etapa del desafío”, y de
igual manera, se vuelve experto en chantajes hacia papá y mamá, hasta tenerles
como coloquialmente se dice, “bien tomada la medida.”
Aquí los padres ponemos a prueba nuestra fuerza controlando
nuestro carácter. Es obvio que físicamente somos más fuertes que nuestros hijos
pero no es en el aspecto físico donde nuestra fortaleza se pone a prueba, sino
en el aspecto emocional y temperamental.
Saber hacerles entender que hay momentos para jugar y momentos para
hacer y aprender nuevas responsabilidades, es tan difícil como hacerles ver que
hay instrucciones negociables y otras que no lo son. Aquel niño dócil y entendido que teníamos
antes, ha quedado en el pasado.