Bien,
querido Pablo, en uno de los capítulos anteriores, te prometí que te explicaría
la forma más sencilla de bañar a un bebé. Pues aquí la tienes.
Métase a
bañar en la regadera cualquiera de los cónyuges con una camiseta puesta y
cargue al bebé con una mano mientras con al otra lo enjabona y lo enjuaga.
Listo, así de fácil. El otro cónyuge se encargará de recibirlo de la regadera
con una toalla y procederá a secarlo y cambiarlo.
Créeme que
eso es mejor que traer la bañera y ponerla en un lugar seguro y a suficiente
altura para no estar agachado tanto tiempo. Poner agua fría en la bañera y agua
a calentar en la estufa, hasta que tenga la temperatura correcta. Mezclar las
aguas, verificar la temperatura, encuerar al niño y meterlo sin soltarle la
cabeza. Tomar el champú, abrirlo, ponerlo directamente en la cabeza del crio,
frotarlo y cerrarlo con la única mano que tienes libre; pues con la otra estás
evitando que el bebé se ahogue.
Cuidar que el champú no llegue hasta los ojos
del bebé porque si comienza a llorar y lo quieres enjuagar, verás que no
cuentas con agua limpia, pues para estas alturas ya toda el agua está llena de
espuma. Luego tomarás el jabón y seguramente se te resbalará y caerá dentro de
la bañera y debajo del niño. Aquí recordarás que compraste una esponjita de
Whinny Poo, pero no podrás usarla, porque una mano la tienes en la cabeza del
niño mientras con la otra sigues buscando el jabón. Cuando por fin encuentras
el jabón te das cuenta de que levantaste tanto al niño que seguro ya le dio
frio, porque como no llenaste bien la bañera, le quedó medio pecho de fuera.
Si a la
criatura con el frío se le ocurre chapotear, tu cuarto y tu ropa quedarán
ligeramente empapados. Pero eso también habrá sido tu culpa. Ahora llega el
momento de enjabonarlo rápidamente pero como ya te duele la espalda, terminarás
por hacerlo con la pura mano porque el jabón ya se escapó de nuevo.
Finalmente
hay que enjuagarlo, y para ello debiste reservar agua limpia en algún
recipiente que deberás tener a la mano cuidando que no se haya enfriado de más.
Una vez
escurrido el pequeño, lo envuelves en una toalla, lo secas y lo cambias. Pero
todavía no has terminado, ahora hay que sacar la bañera llena de agua jabonosa,
lo cual no es tarea nada sencilla y después tendrás que secar el piso que se haya mojado y cambiarte
de ropa. Así de sencillo es bañar a un
bebé en una bañera.
Después de
haberte explicado las dos formas, ya tú decide cómo lo quieres hacer.
En esta etapa
del matrimonio, verás que toda la dinámica familiar gira en torno al bebé,
horarios, lugares de visita, costumbres, rutinas, todo. Y es natural, pues la
familia tiene un nuevo miembro que requiere toda la atención.
También será
necesario tomar una decisión importante, que conviene haberla platicado en
pareja antes de tener al bebé, pero si por algún motivo no lo hicieron, la
decisión ya no puede esperar más. La pregunta es: ¿El bebé va a ir a una
guardería o alguno de los cónyuges se va a encargar de él de tiempo completo, o
si se va a quedar con algún familiar mientras la pareja trabaja?
Esta
decisión, como todas las fundamentales en el matrimonio, la tendrán que
resolver juntos como pareja, de lo contrario siempre habrá una parte que impone
y otra que se resigna y eso no es perdurable. Lo ideal es que la decisión sea
común y pensando en lo que sea mejor para su proyecto de vida familiar.
Aquí te
recomiendo que pongas todo tu empeño en aprender algunas habilidades que hasta
ahora no habían sido necesarias, como saber cambiar un pañal, preparar un
biberón, hacer eructar al bodoque
después de haber comido o arrullarlo para dormir.
Antaño estas actividades eran
generalmente hechas sólo por las mamás, sin embargo, actualmente las parejas y
la sociedad en general pugnamos por reconocer la igualdad como uno de los
derechos más justos de nuestra sociedad. Así que te recomiendo que aprendas
rápido y que además, aprendas a disfrutarlo porque de todas formas lo tendrás
que hacer.
Sea cual sea
la decisión que tomen sobre quién cuidará al bebé, se darán cuenta de que la
criatura crece en menos que canta un gallo.
Conforme los
padres vamos aprendiendo cómo cuidar a un bebé, consideramos que a toda la
gente le interesa saber nuestros avances, y entonces nos dejamos llevar por ese
deseo de que la gente sepa todo lo que nosotros sabemos sobre nuestro hijo.
-
¿Cuántos
años tiene tu bebé?
-
Un
año, ocho meses, tres semanas y dos días… la próxima semana cumple un año y
nueve meses, el martes; para ser exacto.
Situación
que al que preguntó le importa un cacahuate, sólo está haciéndonos conversación
y nosotros creemos que en verdad le interesa saber tanto detalle.
-
Ah,
¿y ya come de todo? – te preguntarán sólo por amabilidad.
-
No,
¿cómo crees?, a esta edad todavía no es recomendable darle huevo ni fresas,
porque producen alergias, ni tampoco chocolate, claro que verduras y frutas
también, de todas, y no sé si sepas pero
primero hay que darles la verdura, porque si les das la fruta después ya no
quieren las verduras…
-
Órale…
Y
situaciones embarazosas como :
-
Oye,
creo que a tu niño hay que cambiarle el pañal – alguien te lo sugerirá como
pidiendo clemencia…
-
¿Si?,
¿de verdad?, no lo había olido, es que yo ya me acostumbré, bueno aquí se lo
cambio, total no huele tan feo…
Por favor, seamos
conscientes de que el niño es un encanto, sólo para los padres, para el resto de
la gente, es un bebé como cualquier otro, y por lo tanto, se espera que los
padres se hagan cargo de ellos.
1 comentario:
Jajaja Justo lo que nos pasa a mi esposa y a mi, el niño ya tiene 2 semanas y aún no lo he bañado yo. Por si las flais
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