Cuando era niño, los Legos eran
bloques de plástico de diferentes tamaños y colores. Había también algunas
piezas especiales; como ruedas, postes o bases planas, y con ellas podíamos
construir todo lo que nuestra imaginación nos permitiera.
Un paquete de bloques, lo mismo
servía para armar un auto, que una casa, un avión, un puente, un edificio o
algo con cuatro patas, que bien podría ser un perro, un caballo o una mesa.
Como todas las empresas, Lego evolucionó
y lo hizo de forma espectacular. A la fecha tiene productos para armar que yo
no sé si considerarlos modelos ejemplares de la ingeniería y el diseño
industrial o simplemente obras de arte.
Estos “juguetes;” creados a la
perfección, lo mismo reproducen personajes, escenarios, vehículos, naves
espaciales, y todo tipo de accesorios de películas, series de televisión,
caricaturas, etc. Todo con un sorprendente nivel de precisión que raya en la
perfección. De igual forma, los manuales que vienen en cada caja, están hechos con
tal nivel de detalle que están pensados para que no te equivoques y puedas
seguir el proceso de ensamble de principio a fin.
Pero ¿Qué pasa con los usuarios?,
¿Cómo hemos cambiado? Y ¿Qué sucede a la hora de “jugar”?
Lo que he visto, es que ahora el
dueño del Lego, se programa para seguir un instructivo al pie de la letra y
ejecutarlo sin errores, porque si se equivoca, ¡Cuidado!, Puede haber desde una
simple corrección en el proceso, hasta una llamada de atención por algún intolerante
adulto, que todavía cree en el ochentero dicho de “hay que hacer todo bien y a
la primera”.
También hay que decir que con los
Legos nuevos, ante cualquier equivocación, el proceso de armado en algún
momento se verá interrumpido, pues están diseñados para armarse bien y no
soportan que cometas el menor error. Si
te equivocas, (repito) llegará el momento en que alguna pieza no va a embonar y
habrá que regresar algunos pasos hasta encontrar el error. En resumen, sólo hay
una forma de armar un lego y esa forma es hacerlo bien de principio a fin. ¡Qué
estrés! Es como llenar un formato de migración en un aeropuerto y sentir que si
te equivocas te van a deportar.
Por si fuera poco, cuando un niño
recibe un Lego y en la caja se observa una nave espacial, en su mente no concibe
otra cosa más que armar esa nave y no espera sino que el resultado final sea
exactamente igual al modelo que aparece en la caja.
Ni por error alguien pensará
armar algo distinto, o modificar el diseño original. Aquel juguete una vez
terminado, en el mejor de los casos, servirá para jugar a una sola cosa y en
muchos otros casos terminará como pieza de colección en alguna estantería.
Aquí no hay culpa ni señalamientos
negativos para nadie, a eso hemos evolucionado empresa y usuarios. Pero la
historia no termina ahí, resulta que con los modelos nuevos si alguna pieza se
pierde, se quiebra, o si a medio proceso de armado se extravía el instructivo,
el desencanto suele ser terrible, porque todo ello nos impedirá avanzar y
llegar hasta el final, es decir que la perfección del modelo terminado jamás se
alcanzará. Luego, la expectativa de ver el juguete concluido se derrumba y el
juguete se abandona.
Bueno, pues, eso no pasaba antes,
si perdías una pieza, ni cuenta te dabas, porque jugabas con el resto. Si te
compraban o te regalaban otra caja de Lego, las piezas nuevas se revolvían con
las viejas y finalmente tenías más con qué jugar, lo cual te permitía hacer más
cosas. Ahora tus edificios podían ser más altos y tus ciudades más
grandes. Tampoco era raro que en alguna
noche de forma inesperada encontraras la pieza que habías perdido mientras
caminabas descalzo y a oscuras por algún lugar de la casa, en ese momento
maldecías a la marca y a todos los que habían estado jugando con ellos.
Actualmente las tiendas de la
marca han evolucionado tanto, que ahora puedes personalizar tus piezas y si
extravías alguna, te la pueden conseguir y enviar prácticamente a domicilio. Lo
mismo pasa con los manuales, que puedes consultarlos o descargarlos de
internet. Todo eso está genial y es gracias a la tecnología, a la forma como el
mercado ha evolucionado y a que los usuarios seguimos consumiendo y gozando de
toda la felicidad que esa marca nos ha dado.
El punto es que acabo de darme
cuenta, que la vida se parece mucho a los legos, pero a los de antes. Ya que en
la vida, siempre sabes en qué momento y cómo comienza, pero no sabemos cómo ni
cuándo va a terminar. Tampoco sabemos cuántas cosas vamos a poder lograr, ni
qué vamos a poder armar a lo largo de los años. No sabemos qué pérdidas
tendremos, ni qué ganancias vamos a obtener. La vida, por supuesto no tiene
instructivo, y mucho menos un único camino para poderlo caminar. La vida
simplemente te presenta un aquí y un ahora, con las piezas a tu alcance y el
resto es creatividad, astucia, talento, valentía, por qué no decirlo, también algo
de suerte, pero sobre todo ganas, muchas ganas de hacer cosas.
Igual nos topamos con gente más
experimentada que nos enseña a armar grandes cosas, o nos comparte todo lo que ellos
han armado. Pero también nos topamos con gente nociva, que sólo se dedica a
desarmar y a destruir.
Y tú, lectora, lector querido,
¿Qué has podido armar con tus piezas hasta ahora?, ¿Qué proyectos tienes a
medias y todavía sin terminar? Y por último y más importante, en los años que
te quedan ¿Qué más cosas te gustaría armar?